Es común escuchar la frase todo tequila es mezcal, pero no todo mezcal es tequila, vámonos con calma que este no es un post genérico del que hay miles de videos en tiktok

Se dice que todo tequila es mezcal, sí, pero solo en el sentido etimológico del termino, mexcalli: maguey cocido, sin embargo en el contexto actual, o al menos en el contexto normativo, el Mezcal cuenta con su denominación de origen que incluye la indicación geográfica y demás requisitos marcados por la norma oficial mexicana para ostentar la marca Mezcal en la etiqueta.

Bajo esto último ningún tequila es mezcal y tampoco ningún mezcal es tequila, así esté hecho de agave azul, si bien estas denominaciones de origen establecen los alcances de ambas marcas, provocan el surgimiento de nuevas denominaciones, que se llevan entre las patas factores culturales, tradicionales e identitarios de las regiones donde se producen.

Y es que aunque la rentabilidad es deseable, la mercantilización del producto, termina beneficiando a terceros que poco o nada tienen que ver con el génesis de los destilados, damos por hecho que la raicilla, se llamo desde siempre así o que todos los municipios que forman parte de su indicación geografica, siempre llamaron así a su destilado, olvidando nombres como vino del monte, vino del cerro, barranca o lechuguilla, nombres destinados al olvido o la clandestinidad, a costa de facilitar la identificación del destilado.

Limitar por nombre, geografía o materia prima la producción de destilados, va dejando victimas por el camino, como siempre los más pequeños. Aquellos pequeños productores que para seguir vendiendo su destilado, dejan en el camino poco o mucho de su identidad y patrimonio cultural, o peor aún quedan fuera del mercado malbaratando su producto sin poder soñar siquiera con llegar a un anaquel.

El resurgimiento o la nueva hambre por los destilados tradicionales o campesinos, como los llaman algunos, pone en riesgo los nombres de destilados no elaborados en las cabeceras municipales o poblaciones relevantes, en Jalisco, al no poder utilizar el nombre de vino mezcal, se corre el riesgo de perder la identidad regional de destilados hechos en poblaciones como canoas, chacuellar, telcruz o tetapán, todas ubicadas en los municipios de Tolimán o Zapotitlán de Vadillo; para dar paso a la marca Tuxca, que evoca a un municipio del que por supuesto los productores no se sienten parte.

Esto no es nuevo, ya le pasó a Amatitán, que aunque fuentes históricas enuncian una antigüedad mayor a la de Tequila en la elaboración del vino mezcal, tuvieron que renunciar a su ADN para poder subirse a la ola de la comercialización del famoso destilado jalisciense.

¿Quiere el consumidor pocas opciones de destilados para no confundirse? o ¿Lo consideramos flojo para leer una etiqueta con el origien del destilado? Me parece que en ambos casos estamos subestimando al consumidor. Quizás no debemos estar pensando en crear nuevas denominaciones de origen al contentillo de capitales oportunistas, sino revisar las existentes, entendiendo el valor cultural y social de los destilados, nadie pide que exista el canoas, el chancuellar o el amatitán, si nadie está acostumbrado a llamar así a su producto, porque aunque suene complicado de reformar, pues todos le llaman: Vino Mezcal .